La Primera Guerra Mundial marcó para la mayor parte de autores especializados el inicio del Siglo XX. Un conflicto que hunde sus raíces en las políticas expansionistas de las grandes potencias europeas a lo largo de todo el siglo XIX, la política de pactos y alianzas, la pérdida de poder por parte del Imperio Otomano o el nacimiento de los nacionalismos, entre muchos otros motivos. Sus consecuencias, lejos de haberse diluido a lo largo de los últimos cien años, aún continuan presentes en algunas regiones de la vieja Europa, y marcarían irremediablemente el desarrollo de todo el siglo pasado. La desaparición de cuatro grandes imperios supondría un retroceso para las monarquías europeas y un periodo de revoluciones y guerras civiles que desestabilizarían aún más el continente europeo. La Revolución rusa marcaría el nacimiento de un nuevo mundo, las crisis económicas y periodos de recesión propiciarían, entre otras cosas, el nacimiento de los movimientos fascistas y el ascenso del nazismo debido también a la frustración originada en Alemania por las imposiciones del Tratado de Versalles y que, más pronto que tarde, llevaría al mundo a una Segunda Guerra Mundial aún más devastadora, el acceso al mundo laboral por parte de la mujer ante la ausencia de hombres que debían acudir al frente y que a menudo no regresaban nunca… Nuestra realidad más inmediata bebe directamente del mundo engendrado por la Gran Guerra. Un pedazo de nuestra historia más reciente que cambiaría el mundo para siempre y del que, a menudo sin saberlo, somos directos herederos.